Aunque es probable que, de un año a otro, siempre se repitan las mismas palabras, pero, la Tamborada que se vivió el pasado Viernes de Dolores pasa por ser de las más multitudinarias que se recuerdan, ya que aunque es difícil un cálculo exacto, perfectamente pudieron ser más de 7.000 personas las que se echaron a la calle. Pero la cantidad no puede pasar por alto el que se haya perdido, casi por completo, la típica imagen de los tambores en El Calvario.
Lo cierto es que la proporción entre personas que tocaron y las que realizaron la subida tradicional al Monte hellinero, fue mínima a lo largo de la madrugada. Y en esta ocasión no se puede utilizar la excusa del frío ya que la noche fue de lo más agradable, lo que sin duda contribuyó a ese gran ambiente que se vivió, pero, en la calle de El Rabal, Benito Toboso, el conocido Bar JD y, como mucho, hasta las Puertas de Madrid.
En ese sentido, el propio presidente de la Asociación de Peñas de Tamborileros, Fernando Picornell, quiso destacar «lo apoteósico» de la tamborada, en la inmensa mayoría, de personas sin túnica y pañuelo, pero, lamentó la estampa casi vacía de El Calvario, de ahí que, con mucho tiempo de adelanto de cara al 2016, se autoimpuso buscar alguna fórmula que atraiga a los tamborileros al Calvario, como una Rompida de la Hora en un momento concreto, puso a modo de ejemplo.
La noche transcurrió con un río de tamborileros por calles de la ciudad, que, perfectamente se podrían haber confundido con las mejores estampas que en el pasado lucían el Jueves Santo o Sábado de Gloria.