Miércoles 24 Abril 2024

Luis Enrique Martínez definió este pasado sábado, en su Pregón de la Semana Santa, la gran fiesta de los hellineros como «peculiar y única, sonora y enmudecida, devota y profana, monumental, bella, noble, interior y extrovertida, tradicional e innovadora, en la que ponemos alma, vida y corazón», aunque avisó que «sin fe, sin relación personal con Jesús, la Semana Santa se reduce a una fiesta más».


El Pregonero advirtió que «cuando vivimos la Semana Santa al margen de lo que la persona de Jesús, supone y representa, herimos de muerte a la Semana Santa; la desposeemos del alma que la genera y la habita. La dejamos convertida en mera apariencia; en una celebración más que no supone nada para el hombre de hoy. Sin Jesús, y su Evangelio, no hay Semana Santa», sentenció.
El Vicario de Albacete, en la «Iglesia de la Asunción», contento y honrado por el encargo que, a finales del año pasado, le realizó el presidente de la Asociación de Cofradías, Francisco Juárez, indicó que el Tambor en Hellín «es el contrapunto ineludible de la Procesión. Hellín hace la síntesis entre tambor y procesión; coordina sus momentos, rompe el silencio con su estruendoso redoblar, y enmudece con el silencio devoto y religioso de sus procesiones».
Tambor y procesión en Hellín «se relacionan, dialogan en momentos y partituras; se necesitan, porque, en Hellín la Semana Santa es Tambor y Procesión. Los hellineros nacemos con vocación de tambor y de hermandad».
Primer canto a la Vida
Su recorrido por la Semana Pasional lo dividió en un canto a Hellín, al amigo-en referencia a Jesús-y a la Vida, «como el mejor regalo que todos hemos recibido», tras revelar que nació en la calle Alejandro Silvela, precisamente, un Martes Santo.
En este punto Martínez quiso reivindicar la importancia de la familia en las vidas de las personas. «De ellas recibimos la fe y aprendimos a vivir como cristianos. Y a sentir pasión y a emocionarnos por nuestra Semana Santa».
El religioso se confesó un hellinero «atípico», ya que «aunque siento» la Semana Santa, no es cofrade ni tamborilero, aunque aseguró que contempla, «con recogimiento y devoción», el paso de las procesiones. «Soy de los que viven la Semana Santa desde el lugar privilegiado de la acera o el balcón; de la amistad y el reencuentro».
En este sentido se detuvo en recordar con nostalgia escenas que se volverán a producir en unos días, como la tamborada de Miércoles Santo y el desfile del Medinaceli, o el esfuerzo de los costaleros para sacar de la Iglesia de La Asunción el Paso Gordo hasta la Plaza de la Iglesia, en el momento en que también hizo un guiño a la rica y variada gastronomía propia de estos días.

El segundo canto de Luis Enrique fue el canto al Amigo, al asegurar que la Semana Santa hellinera «es poliédrica. Tiene variados puntos de vista, diversas maneras de situarnos en ella, y se acomoda a todo tipo de personas. Tiene varias capas que se superponen y complementan, pero, en el centro de todas está la persona de Jesús y la vivencia cristiana de su Muerte y Resurrección».

Para muchos, reconoció, estas realidades de la Semana Santa «pasan desapercibidas por el gran desarrollo de las procesiones, las circunstancias de la fiesta y la ideología del momento. Aunque todo lo cultual-aclaró- es cultural, con harta frecuencia lo cultual se reduce solamente a cultural».
En opinión del Pregonero «toda procesión está llamada a ser prolongación en la calle del misterio que la liturgia celebra, y manifestación pública de la Iglesia, que testimonia y hace presente al misterio, dentro de Cristo, en medio de su pueblo».
Por ese motivo, indicó, toda cofradía o hermandad «viene a ser un grupo de personas que se asocian para realizar un culto público de fe que esté respaldado por el testimonio de sus vidas cristianas».
En este sentido reflexionó al añadir que las cofradías no son meras asociaciones culturales, sino culturales: asociaciones de fieles con una finalidad religiosa concreta, reconocida y prevista en el Derecho Canónico, de ahí que destacó la importancia de la Escuela Cofrade que viene desarrollándose en Hellín desde hace años, en el momento en que reivindicó el empeño que puso Don Victoriano Navarro en ponerla en marcha.
El Pregonero reconoció que la Semana Santa, «muy especial» para los sacerdotes, posee «una impresionante y rica iconografía cristológica», en la que se pueden encontrar numerosos iconos de Jesús en los diversos momentos de su Pasión, Muerte y Resurrección, que le llevó a repasar «con pasión y admiración» la imaginería hellinera.
También reconoció el lugar destacado de María, representado, dibujó, en la Semana Santa de Hellín con numerosas imágenes: «con razón Hellín no sólo se consagró como ciudad de María», sino que recordó que coronó a dos de sus imágenes más emblemáticas: La Inmaculada y Nuestra Señora del Rosario.
Más adelante se detuvo en recordar que la Semana Santa cuenta, además, con imágenes de apóstoles, santos y santas, que también se centran, desde su vida convertida, en la persona de Jesús: «su imagen se encarna en cualquier hombre o mujer que sufre, padece y muere por la violencia injusta y cruel de los hermanos».
Los nuevos mártires
Tras lamentar algunas imágenes de violencia en distintos puntos del Mundo, muchos siglos después de las primeras persecuciones apuntó a la sangre que se ha derramado de los nuevos mártires. «Es la Pasión del siglo XXI en manos del fanatismo religioso», en el norte de Irak, Siria, Nigeria, Libia o Paquistán. «Es un pueblo que necesita nuestra ayuda y oración. No podemos celebrar la Semana Santa y mirar para otro lado. Cristo sigue muriendo hoy como ayer ante el silencio de todos».
El tercer canto del Pregonero fue a su pueblo, del que quiso reivindicar cuenta con una imaginería «monumental, de calidad y belleza», con un patrimonio que, reconoció, tras la Guerra Civil fue creciendo hasta llegar, en la última década, a la creación de nuevas imágenes.
Con el paso de culturas y acontecimientos Luis Enrique resaltó que se ha heredado el tambor: «un instrumento singular, que, por tradición y extensión nos identifica como ciudad del tambor», al reconocer que los hellineros nacen con un tambor colgado y unos palillos en las manos «y desde que se tienen de pie golpean sus parches, sin orden ni concierto, hasta adquirir esa maestría en el redoble personal», con el deseo de poder conseguir ingresar en el Libro Guinnes de los Récords
Luego se refirió al patrimonio inmaterial de «enorme valor» antropológico, en relación a todos los ciudadanos, que, «con su ilusión y participación desinteresada, la hacen posible y la viven con pasión», como nazarenos, bandas, costaleros, floristas o costureras, enumeró: «todo un ejército creador que vive y siente su Semana Santa, con la pasión de darlo todo apurando hasta el extremo.
Martínez se despidió asegurando que la Semana Santa cuenta con el mejor grupo de pregoneros: «el pueblo de Hellín que ama y cuida este legado recibido; lo vive con pasión y lo transmite a sus hijos con amor», por lo que invitó a «dejarnos envolver en su dinámica creadora y descubrirnos, un año más, recreados en el amor de este Dios, que, en Jesús nos ha amado hasta el extremo».

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