Un grupo de vecinos de la calle Mono tiene previsto entrevistarse con el alcalde y la concejala de Cultura, con el fin de que no se cumpla el acuerdo plenario del pasado lunes, en el que los partidos políticos aprobaron rebautizar, con el nombre de Compañía de María, esta calle, en lo que han señalado sería algo “injusto y un atropello histórico”, máxime cuando la idea “surge por una cuestión caprichosa, y sin otra justificación que ser el antojo de unas exiguas ocupaciones”.

Tras tener conocimiento de esta aprobación, los aproximadamente 50 vecinos de esta calle en la que existen una veintena de viviendas,, se han movilizado con una campaña de recogida de firmas que esta semana estaba previsto que registraran en el Ayuntamiento, en contra de este cambio.
En el escrito recuerdan que dos personas del Colegio Compañía de María, “ajenas” a la calle Mono, han requerido a varios vecinos para que firmasen un escrito, con el objeto de solicitar al Gobierno el referido cambio de denominación, argumentando que la puerta trasera del patio de dicho Colegio, que da a la calle Mono, se está utilizando en la actualidad como entrada y salida habitual de los alumnos.
Contratiempo
Algunos vecinos consideran este posible cambio un “despropósito”, y se ha aconsejado a los impulsores de esta medida que “si tanto interés tienen” en que la denominación de calle Compañía de María figure en el callejero de Hellín, que soliciten dicho cambio por el de calle De Eras, donde se ubica la fachada principal del colegio.
Tras respetar el centenario, desde la creación del Colegio Compañía de María, han reivindicado el 120 aniversario de la calle Mono, al recordar que el 5 de julio de 1897, el alcalde accidental de Hellín, accidental, Joaquín Redondo Orriols, decretó el nombramiento de los distintos “alcaldes de barrios”, (figura instaurada por Carlos III en 1766 para un mejor control de la población), recayendo este cargo en la persona de José Sánchez, como responsable de las calles Eras, Correas, Mono, Río, Arco y Vizcaíno.
Advertían que, como consecuencia del cambio de nombre del vial, se generarían una serie de inconvenientes, tanto para la administración como para los vecinos, ya que se trataría de un proceso «costoso, desde el punto de vista formal y económico, ya que correspondería al Ayuntamiento notificar las modificaciones a los afectados (vecinos y negocios localizados en el vial), a las administraciones públicas, empresas, organismos, Catastro, Registro de la Propiedad, Correos; así como a las suministradoras de servicios, como electricidad, gas, telecomunicaciones, y también se tendría que cambiar el plan general, la Web municipal, el callejero y realizar nuevos boletines de empadronamiento.
A su vez, los vecinos deberían modificar sus nuevos datos de residencia en los documentos de identidad y de conducir, así como las empresas se verían obligadas a realizar cambios en la documentación publicitaria.