El Grupo Municipal del PSOE va a defender, en el Pleno Ordinario del 28 de agosto, que el 2018 sea el año en el que se mantenga, más vivo que nunca en el recuerdo, la figura de José Zamorano, ya que se cumplirá el décimo aniversario del fallecimiento del escultor hellinero.

En la Sala de Prensa del Ayuntamiento, la concejala de Cultura, Fabiola Jiménez, y el de Servicios Sociales, Emilio José Pinar, defendieron la implantación, en el 2018, del Año Zamorano, por lo que se constituirá una comisión de personas que se encargarán de proponer la organización de distintas actividades, como un concurso para el diseño de un logotipo conmemorativo de esta efemérides que aparecerá, a lo largo del todo el ejercicio, en los documentos oficiales y cartelería que se realice.
Del mismo modo, en la Moción se reivindica el apoyo a la Fundación José Zamorano que se constituyó hace dos años, pendiente, tras la apertura del testamento que se abrió a la muerte de la última de las hermana del escultor, de poder crear una especie de casa-museo en la casa del Molino donde residió y trabajó, en vida, el propio imaginero.
Gran trayectoria
En la exposición de motivos, Pinar recorrió la trayectoria de un Zamorano que nació en Hellín, en octubre de 1929. Hijo y nieto de molineros, desde pequeño empezó su pasión por el modelaje, hasta que a finales de 1945 llegó, gracias a una beca, a Madrid, donde se formó en el taller de Federico Coullaut Valera.
Durante su primer año en la capital de España se matriculó en la Real Academia de las Artes, de San Fernando, donde entabló amistad con el imaginero andaluz, José Fernández Andes, con el que trabajó en 1947.
En 1948 se formó en Valencia, hasta que en 1949 regresó a su casa, en la calle Molinos y Barajas, que ya no abandonaría hasta su muerte, en febrero de 2018.
Pinar definió como “muy propio y personal” el estilo de José Zamorano a la hora de crear las múltiples obras que diseñó para muy diferentes semanas santas, por lo que defendió las características y rasgos de su obra marcada “por la profunda fe, por lo que todos los cristos y vírgenes se presentan levantados y alzando la vista al cielo. Entendió la escultura como una catequesis en la calle desde un gran sentimiento de hellinerismo”.