Una de las novedades de la última Semana Santa fue la ceremonia del desenclavamiento que, en la Plaza de la Iglesia, escenificó la Hermandad de los Tamborileros Penitentes, 20 años después de su nacimiento y desde que en aquél entonces procesionaron con tambores roncos.
En este sentido, lo recuerdos de esta etapa que ha estado salpicadas por las luchas internas en el seno de la propia Hermandad y, posteriormente, hasta que fueron aceptados en el seno de la Asociación de Cofradías, lo vivieron con una “emoción indescriptible, con lágrimas y mucha gente con respeto y expectación” como reprodujo posteriormente su presidente, Antonio Losada.
Y es que, este ritual concentró en la tarde del pasado Viernes Santo, una hora y media antes de que comenzar a la Procesión del Santo Entierro, a decenas de personas que, en silencio, siguieron en directo este desenclavamiento que, existen datos, se celebró en Hellín desde 1737.
En esta ocasión, como se había convenido previamente con la Asociación de Cofradías y Hermandades, y tras los reajustes al Cristo que se creó en su día en la vecina región de Murcia, los participantes iniciaron el recorrido desde el Museo de la Casa del Conde, con la imagen del Cristo con dirección a la Plaza de la Iglesia, escoltado por tres tambores roncos y un grupo de nazarenos, entre los que se encontraban los que se encargaron de completar con el ceremonial.
Losada, exultante, pero conocedor del gran trabajo que aún tienen por delante para poder procesionar, a todos los efectos, en el desfile del Santo Entierro, significó que “lo importantes es que hemos superado todas las adversidades que, durante muchos años, hemos tenido por delante y ante quienes nos daban casi por olvidados, hemos demostrado las ganas que tenemos que de formar parte de nuestra semana Santa”.
De cara al futuro, la aspiración es “consolidar y hacer crece” la Hermandad, con la incorporación de nuevos cofrades la construcción de un nuevo trono, incluso de una nueva imagen, como La Magdalena.