Radio Hellín /M. G. Componentes de la Asociación de Fibromialgia de Hellín recibieron hace unos días la visita de un grupo de psicólogos de la Universidad Juan Carlos I, de Madrid, con el fin de analizar los resultados del protocolo de colaboración que ambas partes vienen desarrollando, desde hace un año, con el fin de avanzar en el tratamientos de aquélla enfermedad, junto a la fatiga crónica.

La presidenta del colectivo, Rosario Villanueva, públicamente dio las “gracias a las únicas personas que, de verdad, se han preocupado por los que padecemos esta enfermedad y están realizando una labor encomiable", desde que el año pasado los psicólogos se acercaron ante algunas de las asociadas (en total son 69) para la realización de unas encuestas.
Daniel Garví, uno de los psicólogos, reconoció que uno de los grandes retos es “visibilizar” una enfermedad que, al día de hoy, “pasa muy desapercibida. E incuso existe mucho estigma”, por lo que en el encuentro con las afectadas se compartieron las variables que afectan a la conducta del caminar.
El profesional lo consideró como “un hábito muy saludable, con el que se intenta disminuir el dolor y la fatiga, así como la ansiedad o depresión”, ya que algunos estudios apuntan a que la enfermedad pudiera sobrevenir, precisamente, por exceso de estrés.
Varias fases
Así este estudio propone caminar, una media de dos veces a la semana, durante 30 minutos, con descansos de cinco minutos, aunque se ha detectado que”muchas pacientes no terminan de asimilar esta conducta de andar”, por lo que se entregaron una serie de relojes de los que se podrán extraer datos de interés, sobre el ritmo cardíaco, calidad del sueño o número de pasos de cada paciente.
Se trata de la segunda de tres fases de un proceso que concluirá con la intervención de los propios psicólogos para ayudar a las pacientes a adherirse a la conducta del caminar.
Y es que el propio Garví admitió públicamente que, actualmente, las pacientes acuden a los fármacos para minimizar el dolor de una enfermedad que afecta, sobre todo, a las mujeres, a partir de los 50 años y, en menor medida, a los hombres, al menos a la hora de hacerlo público ante el conjunto de la sociedad.