Esta semana muchos hellineros la han recordado de manera especial porque, un 14 de agosto de 1975, se registró en Hellín, sobre las 19.30 horas, la que muchos coinciden en señalar ha sido la tormenta más terrible en la historia de la ciudad, al menos, en los últimos 50 años.

Así lo aseguraba ayer un hellinero, como Antonio Callejas, que la vivió en primera persona, junto a sus padres, “atrapados” en un coche, marca Seat 850, en la Plaza Nueva, durante los 20 minutos, que “se nos hicieron eternos”, que duró la piedra que se registró: “fue algo terrorífico”.
Lo que ahora se conoce como ciclogénesis, y sin previo aviso, Callejas se situó en aquélla tarde “bochornorsa de un día de agosto. De repente, una nube muy oscura nos entró por la zona de Peña Lavada, empezó a soplar un viento casi huracanado que acabó con los pinos que se hallaban en el plano de la Ermita del Rosario, y empezaron a caer piedras del tamaño de naranjas… un verdadero desastre”.
Cuantiosos daños
El resultado de la tormenta fue desolador, ya que innumerables coches sufrieron daños en la carrocería y cristales; persianas, ventanas, árboles, tejas de las viviendas, cultivos o cosechas quedaron arrasadas, y también sufrieron daños el Cementerio, el Ayuntamiento y otros edificios públicos municipales; incluso los cables eléctricos “daban chispazos” por el suelo.
Tras el desastre llegó “un shock colectivo de todos los hellineros intentando asimilar lo que había pasado. Fueron días de tener que reconstruir las muchas cosas que destrozó la tormenta más virulenta que, 41 años después, muchos recordamos, más si cabe estos días”, sentenció Callejas.