Radio Hellín /M. G Luis Miguel López Navarro, nieto de Luis “El Retratista, entregó esta semana al Ayuntamiento de Hellín más de 14.000 fotografías, en su mayoría en blanco y negro, en las que se repasan momentos importantes y emotivos de la historia del municipio hellinero, desde 1956 hasta 1987.

En la sala de Prensa del ayuntamiento se dieron cita el propio donante de esta ingente obra; junto a la concejala de Cultura, Fabiola Jiménez, y al responsable del Archivo, Beatriz Esteban, quienes coincidían en agradecer y destacar la importancia de este legado que pasará a formar parte del patrimonio de todos los hellineros.
La donación se compone de 313 carpetas en blanco y negro, 63 carpetas con fotos en color, teniendo en cuenta que cada álbum” contiene una media de 40 fotografías

Las fotografías, actualmente se están “cargando” en el portal del Archivo, a libre disposición de los usuarios que lo deseen, siempre que sea exclusivamente para uso personal o educativo, no permitiéndose un uso comercial o con afán de lucro de los mismos. El único requisito es que se debe respetar la marca de agua que llevan las fotografías con el fin de “reconocer” la autoría de las fotografías.

Para contemplarlas es necesario acceder al catálogo del Archivo, aunque también a través del blog, pinchando en la pestaña “Portal del Archivo” https://archivomunicipaldehellin.blogspot.com
Trayectoria
Luis López Navarro es conocido popularmente por los hellineros como Luis “el Retratista”. Nació en la Línea de la Concepción (Cádiz), el 28 de diciembre de 1908. Su padre fue Miguel, natural de Salamanca, y su madre Leonor, de León. Se dedicaban al mundo de la fotografía recorriendo casi todas las ferias de Andalucía, en una carreta en la que llevaban decorados, trajes de torero, de sevillanas etc.
Luis llegó a Hellín en el año 1938, de retirada como sargento (comandante de puesto), pero, con el ascenso a teniente en el bolsillo (galones que nunca usaría). El mismo día que entró en Hellín se enamoró de Teresa Parrilla. Cuenta Luis Miguel que fue un flechazo:
Tras casarse vivieron en el popular barrio de San Roque (concretamente en la calle Roche) y tuvieron cuatro hijos.
Al terminar la guerra fue apresado y encerrado en la Plaza de Toros de Hellín, que era entonces el campo de concentración. Tras ser liberado se entregó por completo al mundo de la fotografía y se dedicó a recorrer las ferias y fiestas de la zona, con una carreta y una mula. La gente le esperaba como agua de mayo.
Nunca llegó a montar estudio fotográfico. Siempre iba acompañado con su cámara al hombro. La última, una Yashica, con la que realizó un sinfín de reportajes de boda, bautizos y comuniones, y también algunos trabajos de encargo para periódicos provinciales, como La Verdad.
Todos los fines de semana se desplazaba al parque con su cámara para retratar a aquella gente que se lo pedía. Acudía a los partidos de fútbol o a los toros y por supuesto, en Semana Santa no faltaba en la Plaza de la iglesia, así como en la Feria.
Revelaba en un pequeño cuarto de apenas tres metros cuadrados. No retocaba las fotografías. Si acaso, jugaba con la mayor o menor exposición a la luz en el revelado,. Teniendo en cuenta que han “envejecido” mejor las de blanco y negro que en color.
“No hay impostura, muy poca preparación y no hay retoque. Era la vida que pasaba delante de su cámara. Era retratista porque lo suyo eran las personas; captar un momento feliz, el momento entrañable”, recordó Beatriz Esteban.