Al igual que sucedió en el 2007, Hellín consiguió, si acaso desde el punto de vista moral, convertirse en la mayor Tamborada del Mundo, con 12.609 personas, que, sin embargo la jueza del Libro Guinness desplazada para la ocasión desde el Reino Unido no homologó, por cuestiones técnicas.

Éste es un punto que generó algunas dudas y controversias, que, en los próximos días se tendrá que explicar desde la Asociación de Peñas y por parte de un presidente, Fernando Picornell, muy contrariado por no haber conseguido el récord, pero agradecido "por el ambiente colosal que se vivió".
Y es que fueron miles las personas y otras cientos las que no pudieron entrar en el circuito que se diseño para la ocasión entre la Plaza de la Iglesia y el Jardín Martínez Parras, y que callaron los 20 segundos de rigor, antes del estruendoso racataplán que puso los pelos de punta.
Sin embargo tras el recuento en medio del suspense en las instalaciones de la Bolera Currito, la jueza reconoció esa gran cantidad de tambores, muy superior a los 10.046 de Hong Kong, en el 2007, pero vio algunos fallos en la clase magistral que dirigió Javier García, director de la Unión Musical, y en el hecho de que muchas personas entraban y salían del circuito.